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Waiting For love

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Song: www.youtube.com/watch?v=-ncIVU…

Caía la tarde en Konohagakure. Era un día como otro; el sol brillaba por encima de las cabezas de los Hokages, los Ninjas y sus senseis entrenaban o realizaban misiones para el Hokage, algunos civiles hablaban con otros y otra gente iba de compras.


Risuhara Konsu, una kunoichi de pelo oscuro y gafas, paseaba por la calle con la bolsa de la compra y comprobando que no se le había olvidado nada. A pesar de que había estado viviendo sola casi toda su vida, no sabía muy bien cómo lidiar con las tareas del hogar, puesto que casi siempre estaba realizando misiones y pocas veces se quedaba en casa. Pero ahora, desde que decidió compartir su vida con la persona que más amaba, todo era distinto.


Aún no se había acostumbrado a esa vida de ‘ama de casa’ y muchas veces se le olvidaban cosas importantes. Un ejemplo fue que el día anterior, se olvidó por completo de sacar la ropa de la lavadora y tuvo que volver a lavar toda la ropa de nuevo esa misma mañana, o aquel dia que estaba preparandole el baño a su novio y se le olvidó cerrar el grifo, haciendo que casi se inundara la casa. No había día que no le ocurriera algo estúpido por culpa de su mala cabeza.


-Vamos a ver... -dijo la muchacha, volviendo a mirar la lista- Esto está... Esto también... Las verduras también las llevo... Esto lo llevo en la bolsa... De esto aún queda, y... Aunque me lo haya pedido, no pienso comprar eso.


Unos extraños ruidos de risas, carcajadas y golpes sacaron a la muchacha de sus pensamientos. Paró delante de una pequeña calle, de donde provenían las risas y los golpes. Sin pensárselo mucho, guardó la lista de la compra y fue a mirar a qué venían esos ruidos.


-Venga, ¿de verdad eres una Uchiha? -dijo un niño regordete con mucha burla- ¡Mírate! No tienes el pelo negro como ellos, ¡y ni si quiera eres capaz de utilizar el Sharingan! Eres un fraude.


-¡Fraude, fraude, fraude! -vitoreaban otros dos niños que acompañaban al niño gordo.


Una niña pequeña, de unos siete años, estaba tirada en el suelo, encima de una caja rota y con algunas magulladuras en las manos, por culpa de la caída.


-Apuesto a que solo lleva el símbolo del Clan Uchiha en la ropa porque quiere sentirse importante -dijo uno de los niños, que tenía una tirita en una de sus cejas- Seguro que no es ni siquiera un familiar cercano.


-Si -dijo el tercer niño, que tenía el pelo marrón claro- Seguro que le han dicho que es una Uchiha para que la gente le haga caso. Su padre debe ser un completo idiota y un estúpido.


La muchacha, que hasta ese momento no había levantado la cabeza ni dicho nada, miró a los tres niños enfadada. Nadie, absolutamente nadie tenía derecho de decir eso de su padre.


-¡No te atrevas a insultar a mi padre, pedazo de mierda! -le dijo al chico de pelo marrón, y fue a darle un puñetazo en la cabeza.


El chaval recibió el golpe de la niña, y empezó a sangrar por la nariz. Pero el chico gordo agarró a la muchacha del brazo y la levantó, y el niño de la tirita le golpeó en el estómago. El niño gordo la soltó y la niña cayó de rodillas al suelo. No contento con eso, el chico gordo le dió una patada en la cabeza a la niña y la volvió a lanzar contra un montón de cajas que había por allí.


La chica se limpió la sangre que caía de su labio partido, y miraba desafiante a esos tres niños problemáticos.


-Oh, ¿aún quieres más? -dijo el chico de la tirita- No te preocupes, aún podemos divertirnos algo más.


Poco a poco, los niños empezaron a acorralar a la chica, listos para seguir golpeándola hasta que se aburrieran.


-¿Qué demonios creéis que estáis haciendo? -les gritó Konsu a esos tres ‘niñatos’.


Konsu salió corriendo a ver como se encontraba la niña. Dejó la bolsa de la compra en el suelo, agarró cuidadosamente la cara de la niña e inspeccionó sus heridas, cuyo labio aún estaba sangrando. La niña desvió la mirada y se apartó un poco de Konsu; no quería compasión de nadie.


-Oye, tú, pedazo de inútil -le dijo el chico de la tirita a Konsu- Esto no es asunto tuyo, así que coge tus cosas y vete a casita, no vaya a ser que te rompas una uña o algo.


Los otros dos chicos comenzaron a reírse del comentario del otro chaval. Konsu se molestó un poco ante ese comentario, pero intentó evitar que se le notara. Eran unos críos consentidos y estúpidos al fin de al cabo.


-¿Sabes? Los pequeños como vosotros deberíais estar ya en casita con papá y mamá, bien arropaditos en su camita -dijo la muchacha, un tanto molesta.


-¿¡Pero como te atreves...?! -dijo el niño de la tirita.


-¡Ya tenemos once años, idiota! -dijo el niño gordo- ¡Los mayores como nosotros estamos donde queremos y cuando queremos! Una vieja como tú que vive sola con sus gatos no tiene derecho a decirnos que hacer y cuándo hacerlo.


Los tres se chocaron las manos y empezaron a llamar ‘vieja’ una y otra vez a Konsu. Y esa fue la gota que colmó el vaso. Konsu se levantó bastante molesta y, en un pestañeo, se colocó frente a los niños, agarró al chico gordo y, con un movimiento sencillo de Taijutsu, golpeó al chaval y lo dejó tumbado en el suelo. El chico no podía moverse, puesto que Konsu había extraído el agua de su sangre y no le quedaba energía para levantarse.


Los otros dos chicos miraron a Konsu con miedo. Veían como la chica, con el agua del otro chico en la mano, se acercaba poco a poco a ellos. El chico de pelo marrón, sacó un kunai de su porta kunais y se lo lanzó a la chica. Con un sutil movimiento, Konsu lo esquivó y se colocó delante del chico de pelo marrón. De nuevo, con un movimiento ágil y un golpecito, dejó al segundo chico en el suelo sin poder moverse.


El chico de la tirita no sabía qué hacer o a dónde ir. Ese demonio de mujer había tumbado a sus dos amigos en un abrir y cerrar de ojos y lo que era peor, ahora le tocaba a él. Cuando Konsu estaba frente él, el chico cerró los ojos esperando a que le hiciera lo mismo que a sus amigos. Esperó unos momentos, pero nada ocurrió hasta que empezó a notar como el agua que el demonio de ‘vieja’ sostenía en una de sus manos, caía por su cabeza y lo empapaba por completo. Abrió los ojos, y Konsu puso uno de sus dedos en su corazón.


-Espero que haya quedado claro que no soy una vieja, y mucho menos una inútil -dijo Konsu, levantando el dedo y dándole un golpe en la nariz al chico, haciendo que soltara una lagrimilla de dolor- La próxima vez que os vea metiendoos con alguien, creedme cuando os digo que ni siquiera un Inuzuka podrá encontraros a donde pienso llevaros. Y ahora... ¡Largo de aquí!


El chico de la tirita salió corriendo todo lo que pudo, y los otros dos, con la poca energía que les quedaba, se levantaron y acompañaron a su amigo lejos de allí.


-Hum. Estúpidos... -dijo Konsu, volviendo a coger la bolsa de la compra- Como odio a los abusones...


La chica la miraba incrédula y sin saber que decir a esa extraña que acababa de librarse de sus acosadores. Quería agradecérselo a esa mujer, pero en el fondo la chica sabía que habría podido con ellos aunque ella no hubiera estado allí. Por eso, simplemente no dijo nada y desvió la mirada.


-Deberías ir a que te curen esa herida -dijo Konsu, señalando la herida del labio de la chica- Y mirar si tienes alguna fractura o costilla rota.


Konsu le dio la espalda a la joven Uchiha y salió del callejón. Se estaba haciendo tarde y aún debía de preparar la cena y el baño para cuando su chico llegara a casa. No llevaba ni diez metros recorridos, cuando notó que le agarraban por la espalda de la chaqueta. Se giró y vio a la niña de hace unos momentos, agarrándole la chaqueta, con la cabeza agachada. Unos metros detrás de ella, los abusones las seguían, esperando a que la niña Uchiha se quedara sola y volver a meterse con ella.


-Ven conmigo -dijo Konsu, poniéndole una mano en la espalda a la niña- Vamos a curarte esa herida.


Sin decir una sola palabra, la niña asintió con la cabeza un poco y acompañó a Konsu. Ninguna de las dos dijo nada por el camino, y los niñatos las seguían allá a donde fueran. Ya estaba atardeciendo, cuando ambas chicas llegaron a una casa con la fachada de madera blanca. Los niños que las seguían, se quedaron estupefactos al ver la casa, pues casi todas las casas de la zona pertenecían a grandes y reconocidos Ninjas. Pero no, esa 'vieja' no era una Ninja conocida, así que simplemente debía vivir allí por mera suerte.


Konsu abrió la puerta, intentando evitar que se le cayera la bolsa de la compra. Tras conseguir abrir la puerta, invitó a la muchacha a entrar con una sonrisa.


-No olvides quitarte los zapatos al entrar -dijo Konsu, dejando la bolsa de la compra en la entrada y quitándose el calzado- Y déjalos en el rincón, si no te importa. No me gusta ver los zapatos en medio de la entrada.


La niña le hizo caso, y dejó sus zapatos junto a los de Konsu, bien ordenados y puestos en la entrada.


-Bueno, pues... Bienvenida a mi casa -le dijo Konsu, cogiendo de nuevo la bolsa de la compra- Acompáñame a la Sala de Estar, allí podrás ponerte un poco más cómoda.


La pequeña siguió a Konsu hasta la Sala de Estar. Había algunas cajas en los rincones y una mesa de madera preciosa en el centro, con algunas sillas alrededor. El mueble donde debía ir la televisión estaba vacío, y justo al lado una gran cristalera daba al patio trasero de la casa.


-Perdona el desorden y las pocas cosas que hay -dijo Konsu, a ver que la niña inspeccionaba todo- Aún estamos desempaquetando nuestras cosas. No hace ni dos semanas que vivimos aquí, y con tantas misiones y trabajos, no hemos podido vaciar las cajas.


Acto seguido, Konsu fue hacia la cocina. La Sala de Estar conectaba con la cocina y solo las separaba una pequeña isleta de mármol blanco. La niña se sentó en una de las sillas y vió desde la Sala de Estar como Konsu colocaba las cosas en su sitio en la cocina.


-¿¡Que demonios...!? -dijo Konsu, buscando y buscando dentro de la bolsa- ¿Dónde están? Hubiera jurado que había comprado los huevos.


Unos ruidos de golpetazos resonaron por las paredes de la casa. Las dos chicas se giraron hacia la cristalera y vieron como un par de huevos se estamparon en el cristal, acompañados de unas risas burlonas de los niñatos de antes.


-Se van a enterar... -dijo Konsu con mal humor, mientras seguía guardando las cosas en su sitio- Cuando venga él se les va a caer el pelo. Si están en la escuela de Konoha, sabrá quienes son.


-Ne... ¿Necesitas ayuda? -dijo una vocecita de niña proveniente de la Sala de Estar.


Konsu se giró hacia la niña, que le había preguntado eso. La pobre chica estaba un tanto incómoda allí sin hacer nada, y escuchando como esos estúpidos niñatos canturreaban con insultos mientras seguían tirando los huevos que le habían quitado a Konsu.


-No, no te preocupes. Ya está todo -dijo Konsu con una sonrisa, tirando la bolsa- Voy a por el botiquín y a prepararte el baño. Te has llenado de tierra y no creo que tu padre quiera verte así cuando llegues a casa.


Konsu salió de la Sala de Estar y se fue al baño a por el botiquín. Mientras volvía, la pequeña se bajó de la silla y fue a mirar algunas fotos enmarcadas que había en una de las cajas a medio colocar. Algunas de las fotos estaban fuera de la caja, y otras seguían en la caja. A la niña le picaba la curiosidad saber quién era esa mujer.


Pudo ver que en algunas fotos, la mujer de la casa estaba con Ninjas realmente conocidos. Reconoció al actual Hokage en una foto, acompañado del héroe de la Villa, el Kazekage y su hermana, la chica que la había salvado y el conocidísimo pupilo del Hokage. En otra foto, se veía a la muchacha con la famosa chica-gato del Clan Kazame, otra chica del Clan Miharu y la mujer del Hokage. Una tercera foto mostraba el Team de la chica, donde había cinco miembros aparte de ella, entre ellos el pupilo del Hokage y una de las Ninja Médico más famosas de la Villa aparte de la conocidísima Haruno.


Cuando iba a mirar la cuarta foto donde aparecían ella y su pareja, Konsu volvió a la Sala de Estar con el botiquín. Konsu tomó asiento junto a la niña, y comenzó a curarle las heridas de la cara y las manos. Empezó a explicarle a la niña quiénes eran los que la acompañaban en las fotos y a contarle las anécdotas que había tras ellas. La niña escuchaba con interés lo que Konsu le contaba, y Konsu le contaba todo animada y con mucha alegría.  


-Creo que el baño ya está -dijo Konsu, guardando todo en el botiquín y levantándose- Iré a buscarte algo de ropa que te sirva, ¿vale? Creo que tengo algo en las cajas del dormitorio.


-Gracias, pero... -dijo la niña, levantándose y siguiendo a Konsu- ¿Por que... por qué eres tan amable conmigo?


-Creo que lo he dicho antes, ¿no? -dijo Konsu, subiendo las escaleras hasta el dormitorio- No me gustan los abusones. Además, si alguien necesita ayuda, allí estaré para ayudarle.


La muchacha desapareció escaleras arriba, y la niña se dirigió al baño. El baño era de un tamaño normal, pero cuando la niña pasó a la bañera, se encontró con una bañera blanca enorme. Casi parecía una piscina. La niña se quitó la ropa rápido, la dejó en la puerta y se metió en la bañera. ¡Casi podía nadar allí y todo!


-He encontrado algo que podría servirte -escuchó a la mujer desde fuera del baño- Te dejo la ropa en la puerta. Voy a lavarte la otra mientras hago la cena. Tómate el tiempo que necesites, no hay prisa.


-Izuko -dijo la niña.


-¿Hm? -preguntó Konsu.


-Me llamo Izuko. Uchiha Izuko -dijo la niña- Muchisimas gracias.


-De nada, Izu-chan. Yo soy Konsu -dijo la muchacha, antes de alejarse y dejar a la niña disfrutar de su baño.


Izuko estuvo casi cuarenta minutos en la bañera, disfrutando y divirtiéndose con el agua. Cuando terminó de darse el baño, se puso la ropa que Konsu le había dejado en la puerta; unos pantalones negros y una camiseta amplia de color blanco que le venía un poco grande, pero que era realmente cómoda.


Izuko se dirigió a la Sala de Estar, donde Konsu se encontraba. Los golpes de los huevos sobre la pared terminaron hace tiempo, pero aún se podía escuchar a los niños diciendo palabras malsonantes e insultos desde la calle. Izuko se acercó a Konsu para ver qué hacía. Algo se estaba calentando en la olla, y las verduras estaban cortadas sobre la tabla. Konsu estaba preparando el arroz y haciendo algunos Onigiris para el Bento del día siguiente de su pareja.


-¿Puedo ayudar? -le preguntó Izuko, viendo lo deformados que le salían a Konsu los Onigiris.


-¿Sabes cocinar? -le preguntó Konsu, dejando otro Onigiri en el Bento, junto al resto de comida que ya estaba hecha.


-Un poco -dijo Izuko, cogiendo algo de arroz y amasándolo- Papá me enseñó cosas sencillas y algunos trucos. Para las bolas de arroz, hay que presionar bastante, hasta que el agua del arroz caiga y quede una pasta para poder darle la forma. Las tuyas quedan demasiado blandas porque aún tienen agua, por eso no toman forma y se deshacen.


-¡Claro! ¡Tiene sentido! -dijo Konsu, apretando el arroz que tenía en la mano todo lo que podía hasta que se quedó la masa que quería- ¡Llevas razón! Ahora puedo moldearla como quiero, y es más sencillo. ¡Eres una genio!


Izuko sonrió un poco y se sonrojó tras el elogio que le habían hecho. No pudo evitar sonreír aún más al ver lo emocionada que estaba Konsu con esa cosa tan simple. Juntas estuvieron cocinando y preparando el Bento, divirtiéndose y disfrutando la una con la otra.


-Oye, Izu-chan -le preguntó Konsu- ¿No sabrás por casualidad preparar Curry picante, verdad?


-¿Curry? ¿Para cenar? -preguntó Izuko un tanto extrañada- ¿No es un poco tarde para eso?


-Si, bueno, verás... -dijo Konsu, rascándose la cabeza, un tanto avergonzada- Hemos estado muy ocupados y se me había ocurrido prepararle su plato favorito a Lee. Pero la última vez que lo hice, se lo comió a regañadientes. A mí me parecía que picaba muchísimo, pero él decía que estaba demasiado dulce.


-¿Es para celebrar vuestro reciente compromiso? -volvió a preguntar Izuko tras ver la alianza que Konsu tenía en el dedo y que no había pasado desapercibida para ella.


-¿¡Cómo...?! ¿¡Cómo demonios has sabido...?! -le preguntó Konsu, sorprendida y avergonzada al mismo tiempo.


Konsu se sonrojó aún más y por acto reflejo, escondió la mano donde tenía la alianza detrás de ella.


-Bueno... -dijo Izuko- Eres bastante torpe con las tareas de casa, y cada vez que dices ‘mi chico’, ‘mi novio’ o el nombre de tu prometido, te pones colorada. Es bastante obvio que hace poco que os habéis comprometido y que no estás muy acostumbrada a este tipo de vida.


-S-s-si... Llevas razón...-dijo Konsu aún muy roja- Solo... Solo hace tres semanas que nos prometimos. Y después Lee vio esta casa y me convenció para mudarnos, y después le ascendieron, y...


-Y no habéis podido celebrar nada hasta ahora -acabó Izuko con la frase de Konsu.


-Oye, eres demasiado inteligente y avispada para tener siete años -dijo Konsu, mirando de reojo a Izuko- ¿Seguro que no eres mayor?


Izuko soltó una risotada al ver la cara de Konsu en ese momento. La niña le aseguró que tenía esa edad, pero que al no tener el Sharingan desarrollado, la habían entrenado para fijarse en todo tipo de detalles, hasta en el más pequeño o insignificante. Y eso hacía que la niña estuviera muy orgullosa de su sensei; su propio padre.


-Y da la casualidad que mi padre es un gran cocinero -continuó Izuko- Siempre que estaba cocinando, yo le acompañaba y me enseñaba cómo hacer algunas cosas. No se como hacer Curry, pero si que me dijo un truco para hacer comida picante.


-¿Podrías decirme ese truco? -le preguntó Konsu, arrodillándose ante la niña, suplicandole que le ayudara- ¡Por favooooor!


-¡Claro que sí! -dijo Izuko, con una sonrisa- Pongámonos manos a ello y, si es verdad que a tu chico le gusta lo picante... Esto le va a encantar.


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Empezaba a anochecer cuando Lee puso rumbo a su casa, después de todo el día trabajando y entrenando. Hoy debía de haber llegado pronto a casa, pero el Hokage había reunido a su equipo para hablar con ellos de una reciente misión que tendrían que hacer en un par de días. A pesar de lo cansado que se encontraba, no mostraba signos de agotamiento o cansancio, si no que mostraba una gran y enérgica sonrisa, ilusionado por llegar a casa y estar con su prometida. Habían pasado casi dos semanas desde que pudieron coincidir en casa, pues la noche anterior Konsu había llegado de una misión de una semana y cuando Lee llegó, ya se había acostado. Pero al fin, después de tanto tiempo, podrían estar un rato solos y disfrutando el uno del otro.


Cuando vislumbró su casa, vio que estaba hecha un desastre. Algún estúpido se había entretenido en tirar huevos a la fachada y los cristales de su nuevo hogar, lo que le pareció realmente extraño. Al principio se preocupó porque quizá le había pasado algo a Konsu, pero vio que había luces en la casa, asi que no le dio mucha importancia al tema de la trastada; ya limpiaría la casa al día siguiente mientras entrenaba.


Abrió la puerta de la casa, y un buen olor llegó hasta él. La cena debía de estar prácticamente hecha.


-¡Ya estoy aquí! -dijo Lee con alegría, mientras se quitaba los zapatos.


-¡Bienvenido! -escuchó la voz de Konsu, que le saludaba con dulzura desde la Sala de Estar.


-¡Bienvenido! -volvió a escuchar otra voz más infantil que provenía también desde la Sala de Estar.


Lee se quedó perplejo durante unos momentos, pensando de quién podría ser esa voz. Pensó en Tenten, en Iryn y Hiory, incluso pensó en Tamyko-sensei, pero ninguna de esas voces encajaba con la que acababa de escuchar. ¿Quién demonios estaba en su casa?


Salió corriendo hacia la Sala de Estar, para averiguar quién estaba con Konsu. Cuando llegó a la puerta, se encontró con una niña que llevaba puesta ropa de Konsu y que estaba poniendo la mesa para cenar. Konsu estaba en la cocina, terminando de preparar la cena.


-Hola, Lee -le dijo Konsu al recién llegado- ¿Que tal el día? La cena ya está, así que...


-¿Quién? -preguntó el muchacho al ver a la niña- ¿Quién es...?


-Uchiha Izuko, señor Lee -dijo la niña, haciendo una reverencia- Bienvenido a casa.


El muchacho miró estupefacto a Konsu, que no paraba de reírse con la cara que había puesto Lee.


-He conocido hoy a Izu-chan, y le he invitado a cenar -dijo Konsu, cogiendo la olla y llevándola a la mesa.


-Unos compañeros se estaban metiendo conmigo, y Konsu me ha ayudado -dijo Izuko, tomando asiento en la mesa, después de que Konsu se lo ordenara- Y como no dejaban de seguirme, Konsu ha tenido la amabilidad de curarme e invitarme a vuestra casa.


-Pero esos niñatos nos han seguido y la han pagado con la casa -dijo Konsu, empezando a servir a la niña.


-Ooooooh, ya veo. De ahí los huevos en la fachada -dijo Lee, viendo que todo empezaba a encajar- Por un momento pensé que había ocurrido algo realmente grave.


-¿Te parece poco grave que tengamos que limpiar mañana la casa que acabamos de comprar? -dijo Konsu, cruzándose de brazos, con el cazo de servir en la mano.


-Jajajajajajaja ¡Por eso no te preocupes, Konsu-chan! -dijo Lee, levantando el pulgar- ¡Mañana limpiaremos como si fuera un nuevo entrenamiento! ¡Seguro que a Gai-sensei le encantará ayudarnos!


El muchacho fue a sentarse a la mesa, pues Konsu ya le estaba sirviendo la cena.


-¡Encantado de conocerte, Izuko-chan! -dijo Lee, sentándose a su lado- ¡Yo soy Rock Lee! Espero que hayas cuidado bien de Konsu-chan durante mi ausencia.


La niña sonrió y afirmó con la cabeza, antes de juntar las manos y decir ‘Itadakimasu’ antes de ponerse a comer.


-¡Itadakima...! -dijo Lee, juntando ambas manos antes de ser interrumpido.


-¡De eso nada! -dijo Konsu- ¡Ve a lavarte la manos primero, que seguro has vuelto a entrenar haciendo el pino!


-¡Tienes razón! ¡Lo siento! Ahora mismo vuelvo -dijo el muchacho, levantándose de la mesa y dirigiéndose al cuarto de baño.


La dos muchachas se quedaron allí, esperando a que el hombre de la casa volviera.


-Konsu... -preguntó Izuko susurrando, haciendo que Konsu tuviera que acercarse a ella- ¿Es en verdad... Rock Lee? ¿El famoso Ninja experto en Taijutsu? ¿Ese Rock Lee?


-Famoso no lo se, pero si, es él -dijo Konsu, e Izuko se quedó boquiabierta- Creía que te lo habrías imaginado antes, cuando dije su nombre un par de veces.


-¡Lee es un nombre muy común! ¡No esperaba que fuera él! -dijo Izuko- Papá me contó muchas historias del Héroe de la Villa y los problemas con su hermano. En algunas de esas historias aparecía su nombre, y en la escuela es uno de los ninjas más reconocidos.


-Si, de vez en cuando imparte alguna clase para los que no pueden usar Ninjutsu -dijo Konsu, sirviendo la bebida- Siempre y cuando las misiones y los entrenamientos se lo permiten, claro.


-¡Ya estoy aquí! -dijo Lee, apareciendo por la puerta y volviendo a sentarse en su sitio. No pudo evitar cerciorarse de que la pequeña Izuko le miraba con admiración, todo lo contrario a como le miraba antes de ir al baño- ¿Ha pasado algo mientras no estaba?


-Me parece que acabas de conseguir otra Fan -dijo Konsu entre risas, mientras empezaba a comer.


-¡Señor Lee, señor! -dijo Izuko, cogiendo un poco de ensalada- ¡Mi padre me ha contado que usted estuvo en la misión de rescate del Kazekage! ¡Y también cuando el héroe de la Villa fue a salvar a su mejor amigo! ¿Es verdad?


Lee pareció encantado con la niña. Estuvieron toda la cena hablando y relatando historias de todo lo que ocurrió con el Kazekage, con Uchiha Sasuke y con los exámenes de Chunnin. También relató un poco lo ocurrido en la Guerra, pero fue un resumen muy rápido.


Izuko escuchaba encantada todos sus relatos e historias, mientras Lee no paraba de hablar y disfrutaba del Curry que le habían preparado. Konsu sonreía al ver como los dos se divertían hablando y cenando. Hacía mucho que no veía a Lee divertirse tanto, mostrando esa sonrisa que le enamoró de él y eso hacía que Konsu estuviera feliz.  


Después de cenar, aún estuvieron hablando un poco más, mientras la ropa de Izuko terminaba de lavarse. No se dieron cuenta de que ya había caído la noche y se estaba haciendo tarde. Konsu guardó la ropa de Izuko en una bolsa y se la dio a Lee, para que acompañara a la niña a su casa.


-Y no os entretengais, que su padre debe estar preocupado -le dijo Konsu a Lee, desde la puerta de la entrada.


-¡Tranquila, Konsu-chan! -dijo Lee, que esperaba a que Izuko terminara de ponerse los zapatos- Ya sabes lo rápido que soy ¡Estará en su casa en un momento!


Cuando Izuko acabó de ponerse los zapatos, se inclinó para despedirse y Konsu le acarició la cabeza, antes de ponerse de cuclillas frente a ella.


-Ha sido un placer haberte conocido, Izuko -dijo Konsu, con una sonrisa dulce- No olvides nunca el mostrar esa sonrisa tan hermosa que tienes. Y si necesitas ayuda, no dudes en llamarme. ¡Y ven a visitarnos de vez en cuando!


La niña le dió un abrazo a Konsu y le dijo ‘gracias’ varias veces mientras la abrazaba. Konsu le devolvió el abrazo y cuando se separaron, salió a la puerta a despedirse de ellos.


-No tardaré -dijo Lee, dándole un beso a su prometida.


Y el muchacho y la niña pusieron rumbo a casa de los Uchiha. Hasta que no giraron la esquina, Konsu no dejó de despedirse de ellos con la mano. Cuando fue a volver dentro de casa, se encontró con los tres niños puñeteros, que cargaban dos docenas de huevos seguramente para seguir divirtiéndose estampándolos contra la casa. Pero cuando vieron salir a Lee de la casa, se quedaron estupefactos, e incluso el niño de pelo marrón dejó caer la docena de huevos que llevaba. Ya solo les quedaba una.


-Ese... ¿ese era...? -preguntó el niño gordo, con algo de miedo.


-Vaya, vaya, vaya... -dijo Konsu con los brazos cruzados en la puerta, cuando los vio- Al menos veo que conocéis a mi prometido. Y si, es él, Rock Lee. El Ninja experto en taijutsu.


Los tres niños cambiaron de actitud completamente. Se acercaron corriendo a la puerta de la casa y pidieron perdón todo lo que pudieron y más, arrodillándose frente a ella.


-¡Sentimos mucho lo que hemos hecho! -dijo el niño de pelo marrón- ¡No sabíamos que usted era la prometida de Rock Lee! ¡Mil perdones!


-Hum... Me pregunto que clase de entrenamiento intensivo os obligará a hacer Lee cuando se entere de lo que habéis hecho hoy... -dijo Konsu a modo de broma, para ver cómo actuaban.


-¡No se lo diga a Lee-sensei, por favor! -dijo el niño de la tirita- ¡No lo volveremos a hacer! ¡Se acabó! ¡No nos meteremos con los más pequeños ni volveremos a gastar este tipo de bromas! ¡Por favor!


-¡Tenga! ¡Los huevos que le quitamos cuando no miraba! -dijo el niño gordo, dándole a Konsu la docena de huevos que aún llevaban encima- ¡No se lo diga! ¡O nos tendrá todo el día haciendo flexiones con un brazo hasta llegar a 2000!


-¡Por favooooooooooor! -dijeron los tres niños, que estaban de rodillas en el suelo.


Konsu estuvo un momento sin decir nada, mirando como esos niños ni siquiera levantaban la cabeza, de lo arrepentidos que estaban. Cogió los huevos que le habían ofrecido y decidió hablar.


-No creáis que os vais a librar tan fácilmente de esto -dijo Konsu, haciendo que los niños levantaran la cabeza- Si de verdad estáis arrepentidos, mañana estaréis aquí y ayudaréis a Lee y a Gai-sensei a limpiar el estropicio que habéis creado. No diré nada, pero a cambio limpiareis todo lo que habéis ensuciado.


-¡De acuerdo! -dijeron todos, levantándose por completo.


-Y... -dijo Konsu- Tendréis que pedirle perdón a Izuko. Si no, le contaré todo a Lee y lo que es peor... a Gai-sensei.


-¡Está bien! -dijo el niño de la tirita- Mañana le pediremos perdón a esa Uchiha. ¡Y no lo volveremos a hacer!


-¡Lo prometemos! -dijeron los tres a la vez.


-Así me gusta, que os portéis bien -dijo Konsu, dándoles un par de golpecitos a cada uno en la cabeza- Y ahora volved a casa, que vuestros padres deben de estar preocupados.


-¡Si, señora! -dijeron los niños, antes de salir corriendo a sus casas- ¡Nos vemos mañana!


-¡Y no me llaméis señora! -dijo Konsu, un tanto mosqueada- ¡Que no soy mayor!


-¡Si, señora! -se escuchó a los niños contestar en la lejanía.


-Malditos críos... -suspiró Konsu- Y es por eso por lo que nunca tendré hijos.


Al fin, Konsu se quedó sola. Empezó a pensar en todo lo que tenía que hacer: fregar los platos, organizar la Sala de Estar, calentar el agua de nuevo para Lee... Y cuanto más pensaba en lo que aún tenía que hacer, más agotada se sentía.


-Menudo día... -dijo Konsu, un tanto exhausta pasando a la casa- Ser ama de casa es realmente agotador...



---FIN---

ASDASDAS

Este precioso fic fue escrito por Mai Senpai :iconkonsu4: Y LE HA QUEDADO TAN BELLO QUE HE TENIDO QUE HACER FANART DE EL Y PONERLO EN LA DESCRIPCIÓN PORQUE ME ENCANTA Y ES TAN BELLO COMO IZUKO Y KONSU SE CONOCEN. Konsu es como la madre que Izuko jamas fue capaz de tener QwQ

Ojala te guste este pequeño fanart que he hecho del fic, es la ultima escena cuando Konsu e Izuko se despiden QwQ

Programas Usados:

-Paint Tool sai
-Manga Studio 5
-Logitech mouse

Risuhara Konsu y Fic c :iconkonsu4: 

Uchiha Izuko y Arte c :iconisadamu:

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© 2017 - 2024 Isadamu
Comments15
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Konsu4's avatar
Pero... pero... pero...
PERO QUE COSA MAS HERMOSAAAAAAAAAAAAAAA
;A;

Ay, Dios
ESTA PRECIOSOOOOOOO!!
Mira que cosa tan adorable de Izuko, por Dios!!
Quiero abrazarlaaaaaaaaaa :hug:
Y Konsu se ve realmente adorableeeeeeee
>w<

Konsu : Ves? Te lo dije! Ya sabia yo que Izuko tiene una sonrisa realmente maravillosa ^w^

Jajajajajajajajajaja
Ahora que he vuelto a leer el Fic, necesito hacer algunos cambios en la gramática y expresión
x'D

Me alegro mucho, muchisimo que te haya gustado el Fic!
La verdad es que no pude resistirme a escribirlo después de que se me ocurriera cuando me diste la idea
^w^

Ten por seguro que lo esparciré por DA!!
*w*

Mil gracias por esa imagen tan preciosa!!
>w<

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